Decir que lo sucedido, el fin semana en Morena, fue la crónica de un despojo anunciado, es ya irrelevante por lo predecible.
Durante semanas, meses, estuvimos diciendo que se avizoraba un terrible suceso en Morena que, obviamente, consumaría la estrategia de hacer del partido de AMLO, un remedo del prd. Y ya se hizo. No hay nada que festejar. De nuevo perdió el pueblo una posibilidad de cambio.
Realmente no hubo sorpresas. Así se venía gestando el cambio de la dirigencia estatal. Primero, sacrificaron a una presidenta, en conciencia de que, desde que estuvimos afuera de palacio legislativo, defendiendo el patrimonio del estado, ya se tenía definido que el “dirigente” de Morena sería el que ahora resulto electo. Tal vez ayudó la convocatoria, que no se tenía prevista, de Mario Delgado, la cual se adelantó, como ya lo hemos dicho en otros momentos y espacios, por un interés de legitimización que le urgía, ante tanto rechazo de las bases morenistas en todo el territorio nacional.
¿Es un triunfo de la izquierda o de la 4T? ¡No! de ninguna manera. Ahora este partido y su pequeño dirigente, serán los enemigos de la sociedad, de la dinámica de la transformación en marcha. La asamblea, en sí misma, es una negación de la democracia, de la ética política, de los principios que con tanto cuidado cultivó morena en sus primeros momentos y que redituó en el gran triunfo del 2018. Efectivamente, ahora todo se complica para lo que aspiran realmente a transformar el actual estado de cosas en nuestro país y, particularmente, en nuestro estado. Pero así son los procesos de cambio. Y, aunque el iniciado por Andrés Manuel López Obrador, no es un cambio de sistema social, sino sólo de régimen político, si genera muchas resistencias, entre los neoliberales, los conservadores, la clase política ávida de dinero fácil del presupuesto público, la clase política que viene del perredismo, priismo y panismo y que ahora están colocadas en el tablero de la dirigencia morenista.
Toda una lucha, millones de esfuerzos y voluntades han sido tiradas al caño de la basura por una asamblea que no representa la voluntad mayoritaria de los que buscan un verdadero cambio en nuestra sociedad. Este consejo estatal de morena es totalmente espurio por la forma tan denigrante como surgió y como se instaló. Todos sabemos el proceso sucio que le dio origen. De verdad, de la escoria no puede surgir nada bueno. No fue un evento en el que la mayoría de los morernistas se vea representado. Sólo basta recordar las negociaciones en el prd o en el pri o en el pan para concluir que no son los intereses genuinos y notables de la población los que se han impuesto, sino las mismas prácticas viciadas de los políticos que aborrece AMLO y que aquí, tan generosamente, reproducimos. Ha sido la misma clase política de antaño, repartiéndose un jugoso pastel: Las candidaturas por venir, que, además, no se deben engañar, el pueblo desde la elección pasada los rechazó. Pero están las cuantiosas prerrogativas de un partido que nació del pueblo y de los pobres y ahora se hace un partido rico administrado por sus enemigos.
Creo que hay un exceso de soberbia, de prepotencia de creer que, como se tiene el gobierno, se puede todo. Incluso, ni siquiera han operado adecuadamente, pues han dejado en camino a parte de esa clase política que ya no queremos y a verdaderos militantes de la izquierda y bastiones de la lucha social. Solo veamos, entre otros grupos, qué pasó con Raúl Morón. Lo dejaron que hundiera en su peor derrota. Lo mandaron sin mayores contemplaciones a rumiar su derrota. Pero, ya les llegará el turno a los actuales prianrremorenistas.
Hay compañeros que ingenuamente ven que morena se puede componer. Tarde o temprano verán que, al contario, morena se hundirá más en la indecencia. Otros, desesperados, no tan bien intencionados, pugnan porque se le dé al presidente nuevo del prird-morena una oportunidad. Lo hacen para ver si son tomados en cuenta, pero el camino que eligieron es el peor de los caminos: la sumisión.