Por Juan Pérez Medina.
En la Escuela Secundaria Técnica 132 de Zamora, Michoacán un grupo de trabajadores de la educación cometió una canallada que aún perdura. Defensores del educador popular, ese que es el prototipo del maestro transformador, (muy diferente al que construyó el neoliberalismo); comprometido con las causas del pueblo, innovador, responsable y sobre todo, crítico de la práctica educativa. “El que en la lucha es protesta y en la escuela es propuesta”; el mismo educador que es “conciencia que no calla, lucha que no claudica y propuesta educativa que avanza”, el que desecha toda propuesta educativa que se le presente, incluida la suya propia, la cual defiende sin conocerla y, mucho más, sin aplicarla. En fin, el más humano de los maestros, el nuevo docente, el que hará el cambio educativo a contra pelo de la propuesta oficial. Ese nuevo docente éticamente responsable con su quehacer, con sus compañeros, con sus alumnos, con el presente y con el futuro. Sin atisbo de violencia, sin egoísmos, sin miedo, altamente democrático y justo.
Ese prototipo de docente actuó en contra de todos esos criterios y valores. Un día, una alumna de tercer grado denunció el acoso de un docente ¡pero no de cualquier docente! Si no de uno de los destacados en la participación sindical. Cercano a los que rigen en la región Zamora, a los zamoranos que tienen peso en el grupo sindical estatal al cual pertenecen. Esos que saben cuando hay oportunidad de hacerse notar. Destacado militante, comprometido con la lucha sindical de su grupo, que no del magisterio.
La alumna lo denunció ante una docente de la escuela. Ella, como docente y como mujer y como madre, lo comunicó al director de la escuela. Éste al escuchar los hechos y conocer la evidencia, actuó responsablemente, aunque no correctamente, en contra del Acosador. Le salió el tiro por la culata. En cuanto se supo, los sindicalistas, que no docentes críticos, se reunieron y acordaron la salida de su compañera maestra y del director.
En una reunión sin mayoría, lo determinaron, luego fueron por el resto de las firmas. Disciplinados y temerosos, indolentes e indiferentes, varios más se sumaron y, el representante sindical comunicó a los dos que ya no podrían continuar en la escuela por haber difamado al maestro acosador.
He recibido el expediente de esa infamia y no hay más que certeza de que así es. En el expediente obran las tomas de pantalla del celular de la alumna con las conversaciones que el acosador le enviaba, van algunas textuales:
Maestro acosador: “ahora si ya puedes salir a ver a tu vecino amado” “no te creassss y te vayas a enojar”
Alumna: “Jaja ay nombre prefiero estar en mi casa nomás handa”
Maestro acosador: “Pues que suerte tiene de poder verte toda la tarde, bueno cuando te dejas ver”
“Si yo fuera el” (y pone varias caritas. Unas apenadas y otras alegres).
Alumna: “pues siempre
Porque cada rato salgo a la tienda jaja”
Maestro acosador: nada más comiendo golosinas, pues chido por el, ya te dejo niña linda que tengo cosas q hacer, ok yy te puedo decir algo?
Alumna: “Sale maestro
Si, q pasó?
Maestro acosador: “Pues solo lo que ya sabes te extrañe tanto niña q me preocupe demás creo que porque me dijeron q tu eras la enferma y no creía, lo bueno es q ya regresaste, sin ti el grupo no es el mismo, y mucho menos mi día, me da gusto verte”
El director llamó al padre de familia para saber cuál era su reacción ante el hecho; el cual manifestó que no era su deseo interponer queja o recurso legal, judicial o administrativo en contra del” maestro acosador”, “por sí convenir a mis intereses y los de mi hija y “por no tener problemas con dicho profesor”, tal como consta en el acta que aparece en el expediente.
El director de la escuela puso a disposición al Maestro acosador y solicitó una investigación a la Secretaría de educación, presentando un informe pormenorizado de la situación por la cual se vio obligado a hacerlo, pero no fue atendido.
Así pasaron 4 años en los cuales tanto el director, como la maestra se cansaron de solicitar una investigación y su reinstalación a la escuela. Pero nada de esto sucedió.
Finalmente, el director fue ubicado en otra escuela, la maestra aún sigue esperando justicia.
El 29 de junio de 2018, el Fiscal Regional de Justicia de Zamora, Mich., informó que “una vez realizada una minuciosa búsqueda en los registros de esta Fiscalía Regional, no se encontró registro de la persona de nombre Israel Vladimir Cerda Minero, pero sí con el nombre de Ismael Vladimir Cerda Minero, por el delito de ABUSOS DESHONESTOS, en agravio de Brenda Lizbeth Mendoza Barajas, correspondiente al número de averiguación 345/V/2007, la cual se encuentra archivada por prescripción , con fecha de 13 de mayo del año 2012 …”. Indudablemente se trata de la misma persona.
Hoy, a 6 años de los hechos que narro, el maestro acosador sigue en la escuela, con el cargo informal de subdirector, mientras que la maestra continúa sin regresar a desempeñar sus labores, bajo el mismo acoso y las mismas amenazas.
“Los docentes críticos” prefirieron avalar un hecho tan denigrante que actuar con valentía y decoro. Los que participaron activamente de este hecho en esa escuela, al revisar sus registros de asistencia, calificaciones y otros, se observa que faltaban con frecuencia o acostumbraban llegar tarde. En el expediente obran, además, oficios girados por sus autoridades escolares solicitándoles que justificaran sus inasistencia o retardos por varios días. Algunos y/o algunas acostumbraban, por lo que muestran los documentos que obran en el expediente, a llegar tarde casi a diario o, de plano, a no asistir. Lo que nos indica que había una red de complicidades que al final nos llevan a concluir que existía un contexto adecuado para que este hecho ocurriera. ¿Se puede hacer el cambio educativo con acciones como estas?