Roberto Pantoja Arzola
La economía mexicana creció 1 por ciento durante el tercer trimestre de este año medido contra el trimestre inmediato anterior, sin embargo en comparación con el mismo trimestre del año pasado, esta tasa de crecimiento es de 4.3 por ciento. Este último dato significa el mayor crecimiento que haya tenido la economía mexicana desde 2010 para un tercer trimestre.
La actividad de los tres sectores de la economía mostró un mayor dinamismo, superando cualquier estimación de los analistas que preveían en promedio un crecimiento no superior al 3.5 por ciento anualizado. El sector de mayor dinamismo fue el terciario, siendo esto el reflejo del crecimiento sostenido que ha mostrado el consumo privado como producto del incremento sustantivo de la masa salarial y de las remesas.
Pese a que este logro refleja el excelente manejo de los efectos económicos de la crisis sanitaria, la oposición busca alinear maromas para desestimar este dato, y si bien es cierto que esta tasa tiene como base de medición una economía mas pequeña como producto de la reducción del PIB durante la pandemia, también lo es que es el reflejo de un proceso de recuperación económica que ya hila cuatro trimestres consecutivos mostrando este dinamismo.
Del mismo modo, los datos dados a conocer por el INEGI apenas hace unos días, fortalecen la previsión de crecimiento económico de 2022 elaborada por la Secretaría de Hacienda y que apuntaría a cerrar el año con un 2.4 por ciento de incremento en el PIB, proyección que supera a la realizada por el Fondo Monetario Internacional, organismo que recientemente la recortó colocándola en 2.1 por ciento.
Cabe recordar que al inicio de la pandemia, los intelectuales de la ortodoxia neoliberal exigieron al gobierno del presidente López Obrador el aplicar las medidas de política económica que en crisis anteriores fueron implementadas por los gobiernos en turno: recorte del gasto social, exención de impuestos a las grandes empresas y esquemas de subsidio a las mismas.
Sin embargo, las medidas adoptadas como la ampliación de los programas sociales, el incremento al salario mínimo, el combate a la evasión y la elusión fiscal de los grandes contribuyentes; han permitido dinamizar el mercado interno sin impactar negativamente el equilibrio y la salud de las finanzas públicas.
Se siguen asomando factores de riesgo en el corto plazo, mismos que pueden comprometer la recuperación de la economía, a pesar de que esta ya ha alcanzado los niveles previos a la pandemia. La inflación global que puede seguir empujando a que los bancos centrales eleven sus tasas de interés y en consecuencia desincentiven la inversión y el consumo, así como la posibilidad de que la economía norteamericana entre en recesión; son elementos que podrían actuar en contra del dinamismo de la actividad productiva que ha mostrado el país según los últimos resultados oficiales.