José García Segura – El México “con hambre y sed de justicia” que veía Luis Donaldo Colosio en 1994 es el mismo que vemos en 2019.
“Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla”, declaraba el malogrado candidato presidencial del PRI hace un cuarto de siglo.
“Veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad…”
Curiosamente su secretario particular, Alfonso Durazo Montaño es, 25 años después, Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana en el gobierno del ex priista Andrés Manuel López Obrador.
Alfonso Durazo está considerado como una de las “viudas de Colosio”, al igual que Ernesto Zedillo, coordinador general de campaña; Samuel Palma, coordinador de asesores; Guillermo Hopkins, coordinador de logística; Manlio Fabio Beltrones, ex gobernador de Sonora y el entonces presidente del PRI, Fernando Ortiz, quien comenzaba a recibir el apoyo “de las fuerzas vivas” para sustituir a presidenciable.
Manuel Camacho Solís, secretario general del PRI durante la campaña presidencial de Salinas, amiguísimo del exmandatario y frustrado aspirante a la silla presidencial hizo la vida “de cuadritos” al candidato de ese partido para el periodo 1994-2000.
A decir del fiscal Miguel Montes, Luis Donaldo Colosio fue víctima de un complot, no de un asesino solitario como se nos quiere hacer creer.
El ahora titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Luis Raúl González Pérez no supo despejar esa duda.
Lo único cierto es que con la muerte de Colosio terminó el poder del PRI.
Dicen los que saben que “a veces se construye un alter ego para que una persona logre liberarse de las limitaciones que le impone su ego”.
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