José García Segura
“Gracias a mi familia por su amor y fortaleza, a Dios por permitirme estar nuevamente en casa.; gracias a quienes (en) estas horas difíciles preguntaron por mí y externaron su solidaridad.
Gracias a todos, estoy bien y con mis seres amados”.
En esos términos fue el final feliz del secuestro exprés y liberación del presidente municipal de Zacatlán, Puebla, Luis Márquez Lecona.
Reportes gubernamentales refieren que el munícipe, de extracción priista, fue privado de su libertad la noche del martes 23, cuando circulaba en su camioneta por la carretera Puebla -Tlaxcala, y liberado la madrugada de este miércoles 24.
El secuestro al alcalde de Zacatlán confirma que la violencia no para en la entidad poblana: asaltos a mano armada, robo de vehículos y a casa habitación, homicidios, secuestros…
Uno se pregunta quienes son los nuevos delincuentes y qué se pactó para su liberación.
Si eso ocurre a las autoridades, ¿qué espera a los ciudadanos de a pie?
¿Podrán los “ricos de abolengo” vivir tranquilos ahora?
Para salvaguardar la integridad familiar ¿Estaría justificada la aparición de defensas propios, o por extensión, de autodefensas?
En Puebla, en México, ¿Acabó la pobreza?, ¿estamos en paz?
Más allá de filias o fobias, ¿de qué país estarán hablando quienes gobiernan los estados y municipios?
¿Cómo será el mundo “feliz, feliz”, que imagina el gobierno federal?
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