Por Pánfilo Naranjo
¿Cómo definir, ahora, a Alfonso Martínez Alcázar si ya, prácticamente, n queda epíteto que aplicarle? El oscuro, el incongruente, el recaudador, el inútil, el farsante, el camaleón, el Pinocho, el arbitrario.
Son tantos los adjetivos que definen su conducta como “servidor público” que el diccionario se queda corto…, pero ahora le agrega uno más, el terrateniente.
Resulta que don Poncho, emulando a los ancestros panistas que robaron durante el porfiriato, ahora, cual moderno hacendado pretende despojar de sus tierras a los ejidatarios de Santiaguito.
Para declarar los terrenos de los ejidatarios como reserva ecológica Alfonso Argumenta que es un área susceptible a inundaciones y, en consecuencia, no apta para ser fraccionada, pero esa opinión se la derrumba El Quinceo.
Ese cerro está plagado de viviendas y el pavimento poco a poco va llegando hasta la cima sin que don Poncho ponga reparo alguno.
Y ese cerro, cada vez más cubierto de cemento, representa un gran riesgo para los asentamientos humanos ubicados a sus faldas.
na eventual tromba en el Quinceo será una avalancha porque ya hay menos tierra para que el agua se filtre y más pavimento para que corra como un desbordado río. Eso no lo ve don Poncho.
Los ejidatarios cuentan con los permisos correspondientes, incluso, a petición de Fausto Vallejo Figueroa, en ese entonces alcalde de Morelia, la superficie de donación correspondiente fue entregada en un solo predio, en el cual se construyó la Unidad Deportiva Bicentenario la que, por cierto, Alfonso Martínez Alcázar la tiene abandonada.
Pues, como siempre, don Poncho ve por sus intereses sin que le importe perjudicar a la ciudadanía, en este caso los ejidatarios de Santiaguito, pero, no tiene la culpa el indio sino quien lo hace compadre….y Poncho tiene muchos compadres, los que votaron por él y ahora ya están pensando en botarlo.