Antonio TENORIO ADAME
Morena se encuentra en la fase regresiva del sexenio , camina hacia su última etapa bajo un orden de transición, donde los cambios deben ser incrustados en la Constitución para su perdurabilidad y vigencia; en esa razón se padece una catarsis de la constitución.
POR LA NEGATIVA
A fines del año pasado, 2022, el presidente Andrés Manuel López Obrador se reunió en Palacio Nacional con los legisladores de Morena, Partidos del Trabajo, Verde y del Encuentro Social.
El motivo del encuentro para el Presidente era manifestar su agradecimiento a los legisladores por votar a favor sus iniciativas de ley; destacó la lealtad al proyecto, no a los individuos, y la distinguió como ejemplar que siempre se sustente en principios.
El Presidente no se limitó al protocolo del evento, sino como es bien sabido, amplió sus opiniones al grado de ofrecer un corte de resultados de su relación con el Poder Legislativo en lo que va de su sexenio.
En la reunión con miembros de la LXV Legislatura, el presidente López Obrador hizo un recorrido cronológico de las Constituciones de México, comenzó por la que llamó de la Independencia 1824, mencionando al presidente Guadalupe Victoria, pero en la que más exaltó fueron la de 1857, la liberal de Reforma, que formó al México estado laico.
De igual manera, a cerca de la Constitución vigente de 1917,la estimó de avanzada por surgir de la primera revolución social del siglo XX, una revolución excepcional , país único, capaz de generar un humanismo mexicano; una historia excepcional como prueba enlistó el nombre de los próceres y héroes del país, entre los cuales buscó un nicho donde colocarse, lo que solo logró recurriendo a otras revoluciones, como la soviética y la cubana; al final, se autodefinió como “un idealista” que no ejerce ni la coerción ni el autoritarismo. No soy Stalín, afirmó con énfasis.
Los legisladores de Morena no lograron elaborar una “nueva Constitución”, como era su intención de campaña. Aunque se dispuso de mayoría constitucional durante la LXIV Legislatura.
No se contó a inicios del régimen con un proyecto constitucional de nivel general que significara un cambio radical de Constitución, como sería revertir las reformas estructurales de Peña, o un cambio en la SCJN para seccionar sus funciones de control constitucional y separar la judicatura, junto con los órganos autónomos. Ahí precisamente tropezó la 4T, sin lograr las reformas constitucionales de energía.
Por falta de un proyecto de gran visión, el Presidente recurrió a 12 diseños de iniciativas de orden constitucional, sin contar con la mayoría calificada que requería su aprobación, por los cuales fueron frenados por la minoría de diputados: la reforma energética y la incorporación de la Guardia Nacional al Ejército, no se logró su aprobación; sin embargo, se acudió al recurso de reformar leyes secundarias y declarar la nacionalización del litio, así como reformar un artículo transitorio para sustituir las reformas constitucionales.
Los obstáculos de reformar la constitución no desanimaron al Presidente, quien en la reunión en Palacio Nacional les dio una explicación de esa falla de logros, al comparar la política de bienestar por los recursos que otorga a la población de manera directa, lo que ha sido elevado a categoría constitucional, lo que es, afirmó contundente, una nueva Constitución.
Así, sin dimensionar las diferencias todos disfrutaron de la nueva conquista del poder al ingresar al reino de las justificaciones.
Por eso la garantía de continuidad de la 4T dependen de su inclusión en la Constitución; como consecuencia de dichos ajustes existe un tramo de catarsis constitucional que será determinado conforme se expresen las fuerzas políticas del país. La incertidumbre en las reformas constitucionales en los Congresos locales se transfiere con sus rasgos principales como sucede en el Estado de Puebla.
El origen de la nación mexicana, como bien se sabe, se reconoce en su proclamación de soberanía; sin embargo, su pleno ejercicio no se logró de inmediato, sino ha sido pausado en medio de contradicciones y retrocesos; aún hoy se discute sobre su vigencia y eficaz aplicación.
Ante la proximidad de la conmemoración del 106 Aniversario de la promulgación de nuestro Código fundamental, aprobado en 1917, un grupo de estudiosos de la vida política nacional se ha dado a la tarea de reflexión sobre los retos que enfrenta su aplicación para normar la vida de los mexicanos, con particular referencia al estado de Puebla.
La primera pregunta es: ¿Porqué el Estado mexicano no cumple sus obligaciones?
El Estado mexicano ha enfrenado serios retos para establecer el dominio de la Constitución, por principio no ha alcanzado a reforzar sus capacidad plena de convertirse en un Estado social de derecho, por lo que sus prerrogativas de cumplir satisfactoriamente sus responsabilidades fallece por el abandono de sus responsabilidades de aplicar su capacidad de poder de la bolsa, o de imponer una reforma fiscal que permita una adecuada y racional distribución del ingreso con justicia progresiva y equidad distributiva.
Una segunda pregunta, concierne a ¿falta de coherencia, continuidad y unidad de las más de 700 reformas a sus artículos, de los cuales solo 22 no han sido tocados, en cambio los que se modificaron con mayor intensidad son: el 73 relativo a las facultades del Congreso con 85 cambios, el 123 relativo al trabajo con 27; con referencia a la propiedad originaria de la nación es el 27 con 20, el 89 facultades del Presidente, el 74 facultades exclusivas de la Cámara de Diputados con 18, igual que el artículo 4 del desarrollo de la familia.
PASA AL EJECUTIVO PARA SUS EFECTOS
En ese laberinto de reformas y contrareformas encontramos la dispersión orgánica del Estado mexicano, sin políticas de Estado, devorado siempre por la ambición de poder del sucesor a superar u opacar a su antecesor, una individualización del poder sin miras de estadista.
Las “corcholatas” como oferta de continuidad a la sujeción de un complejo electoral de 16 millones de “votantes cautivos” , fanáticos del bienestar, quedan al desnudo ante los accidentes de movilidad, con freno para defender la Constitución ante leyes transgresoras de la jerarquía jurídica, no alcanzarán a enfrentar al electorado nacional que exige solución a problemas vitales, como la seguridad, la equidad para disminuir la pobreza, la militarización publica, solo repiten el coro de la mejoría en la administración, o un eco simplificado de las mañaneras.
Desde distintos lugares del país se escuchan voces demandando un juego más abierto en la sucesión, con personajes.
La 4T dispone de figuras altamente probadas al enfrentar problemas nacionales, como son los casos de Rosa Icela Rodríguez , secretaria de Seguridad, o Alejandro Encinas, subsecretario de Gobernación, o bien, el que fuera gobernador de Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel, quien ha conocido de cerca los problemas nacionales, del Caribe, y de Washington.
¿Y usted qué opina?