Lo que rige actualmente en el sistema político mexicano es el pragmatismo. Ese que consiste en el abandono del predominio de los principios y los ideales en los procesos de toma decisiones. El pragmatismo político privilegia los egos y la lucha por puestos y presupuestos sobre los ideales de un partido político o de un gobierno, negando su conducta bajo el argumento de la adaptación a las preferencias políticas.
En el caso de Morena el pragmatismo campea en todo su esplendor por encima de los principios y objetivos que este partido se planteara cuando fue creado con tanto entusiasmo y esperanza. Éste ha sido llevado, casi totalmente, a extremos burdos, buscando garantizar triunfos electorales a toda costa. Viejas estructuras priistas, perredistas y panistas se suman a la apertura indiscriminada que la dirección nacional de morena y su candidata vienen permitiendo y estimulando para no dejar que éstos se sumen a la oposición, con el costo que esto significa para alcanzar el cambio que morena se ha planteado.
Si en el último proceso electoral, se mostró ya el regreso de las viejas practicas priistas para movilizar mediante el acarreo, la compra de votos, la entrega de dádivas, etc., para conseguir ser electos consejeros hoy, con la llegada de estos nuevos aliados se ve muy difícil, casi imposible que se pueda asegurar ejercicios de gobierno apegados a principios éticos. La experiencia nos indica hasta hoy que los gobiernos emanados de morena, encabezados por expriistas y experredistas, ganan elecciones, pero mal gobiernan. Su comportamiento al frente de gobiernos municipales y estatales aflora a la hora de gobernar e igual aplica para legisladores, para quienes resulta misión imposible ocultar su origen político y ausencia ideológica de izquierda, por más que insistan en parecer “corderos” cuando son incapaces de abandonar su “piel de lobo”. Nos pretende engañar la dirección nacional cuando intentan hacer aparecer a esta clase de politiqueros como de la Cuarta Transformación tan sólo por vestirse de guinda intentando hacernos creer que se han purificado.
Problema nacional, en el cual Michoacán no canta mal las rancheras. Sólo hay que asomarse a la gestión de gobiernos municipales y al estatal para constatar la vigencia de métodos y prácticas a la vieja usanza: autoritarismo, clientelismo, patrimonialismo, amenaza y persecución para mantener lo que en su formación plantean como garantías de “gobernabilidad”.
En este aquelarre electoral interno, morena está en un momento difícil, en donde la ambición personal y de grupo se impone a la democracia interna, que en el caso de este partido se acuña en la Comisión Nacional de Elecciones, quien representa la más grande de las mascaradas para imponerle a la inexistente militancia a sus más experimentados “cuadros” políticos, producto del pragmatismo más exacerbado. Encaminados en un proceso electoral que en 2024 culminará en el relevo de gobiernos municipales y congreso local, la repetición de métodos y prácticas del viejo sistema político con arreglos y repartos al margen de la voluntad ciudadana y la militancia, (lo que provocó la riña entre el enviado de Claudia Shembaum para Michoacán y el presidente del partido Juan Pablo Celis), atenidos a la premisa de que cualquier candidato cobijado por morena tiene asegurado el triunfo, pues sólo basta con avasallar vía mercadotecnia y estructuras, se camina por la misma ruta, exactamente la que asegura en el siglo XXI la continuidad pero no la de la cuarta transformación sino la del sistema político que aplastó al pueblo de méxico durante el siglo XX.
En el delicado panorama nacional que plantea el desafío de una derecha que representa a sectores del capital nacional y trasnacional desplazados, financiados, llenos de odio y alimentados por la embajada de Estados Unidos, dispuestos a subir el tono de la confrontación hasta provocar la caída de este gobierno y su nuevo ascenso, morena se destiñe de esperanza y se va transformando en un ente que cada vez se parece menos a lo que el país necesita para hacer posible su regeneración. ¿Qué le espera a este país con un gobierno que, cada vez apuesta más por las victorias a toda costa, incluso de sus principios y objetivos?