Rogelio Raya Morales
5 de junio, 2023
En el estado de México ha caído lo que se consideraba la joya de la corona para el partido que lucro durante casi cien años con la pobreza, la desigualdad y el elevado presupuesto que la federación asignaba, año tras año, a ese estado. Aquí no hay vuelta atrás. Es un triunfo importantísimo, aunque no definitivo como se decía siempre para la contienda por la presidencia de la república. En el 2017 se perdió, bueno, se hizo fraude, y en el 1018 se ganó el ejecutivo federal. Es importante también porque casi representa la consumación de la agonía del partido único de estado que durante casi setenta años detentó el poder en este país. El pri, fue un partido que, en su lecho de muerte, no le importó llevarse entre los pies a los intereses nacionales en su más amplio sentido. Hoy, requiescat in pace. Lo que se advierte por doquier, es que muchos priistas hacen esfuerzos supra humanos para colocarse dentro del gobierno. Y el actual gobierno los recibe con mucha ternura. A ver qué pasa, pues en su naturaleza está la deslealtad, la traición, el enriquecimiento personal, la corrupción sin límite, la simulación, el desdén por lo popular, el racismo, el clasismo y todo eso, va contra lo que se propone la 4T.
Pero, lo que lleva a una obligada reflexión, es lo que sucedió en el estado de Coahuila ¿realmente ganó el pri? Bueno, Ganó con Jiménez y perdió con Guadiana. Estaba claro, hasta para los morenistas, que, con ese candidato impuesto por Mario Delgado, no se ganaría. “El pueblo no es tonto, tontos son los que creen que el pueblo es tonto”, reza por ahí este dicho, muy repetido, por cierto, por AMLO. ¿De verdad alguien creyó que nomás porque al dirigente de morena se le ocurre imponer una candidatura, ya va a ganar? Recuérdese Morelia en el 2021, se impuso a un candidato priista o panista o perredista, ya no se sabía de donde había surgido y dónde había andado y, la derrota fue aplastante, sobre todo si la confrontamos con las expectativas que se tenían.
Lo que sucedió en ese estado del norte, es la respuesta del pueblo a los que buscan detener la transformación del país vía la imposición de candidatos para que, ya una vez en el poder, nada cambie. Es interesante una posible hipótesis. ¿AMLO, estaba enterado de quien era Guadiana? Posiblemente, Mario Delgado, el impuesto por el INE, no haga más que colocar las piezas que el presidente le ordena. Es probable que, en la idea del Presidente esté la de impedir, en el futuro, otra vez el partido único de estado, a lo cual nos acercaríamos aceleradamente si lográramos las 32 gubernaturas del país y casi el carro completo en las legislaturas. Eso explicaría, también, por qué se perdió Nuevo León, Durango, San Lui Potos, entre otros estados, en donde había excelentes o por lo menos buenos candidatos que, sin duda, respaldaría la población. Es claro, entonces, que el Presidente AMLO quiere evitar que en el futuro se le recuerde como el que verdaderamente saco al pri y al pan del gobierno, es decir, extirpó las políticas y las viejas prácticas políticas, pero los volvió a meter por morena. Pero, creo que extirpar de raíz y con buenos candidatos, no “gatopardistas”, la política de la oligarquía que nos gobernó durante tanto tiempo, es lo que requiere el momento histórico que vivimos.
No obstante, lo que viene para el 2024, se torna más imperativo, casi dramático. Si el que continúe después de AMLO le interesa mantener y profundizar la transformación de México, sobre todo concluyendo con las reformas al INE, a la suprema corte de injusticia, a la industria energética, etc. entonces sí debe interesar quién quede como candidato en las dos cámaras del congreso de la Unión. Jugarle al “gatopardismo” sería la muerte para la 4T. Y es importante también que se ganen las futuras gubernaturas que se pondrán en juego en el próximo proceso electoral, así como las cámaras locales y los ayuntamientos, porque todo eso, en su conjunto, constituye realmente el ejercicio efectivo del poder.
Si el partido del gobierno no atina a poner buenos candidatos, como así se presume que será porque no tienen otra cultura política que la que aprendieron en su contacto con la mafia política, creo que los ciudadanos deben poner manos a la obra y llevar, en hombros de un poderoso movimiento popular, a candidatos que representen y que tengan la voluntad política y la capacidad para continuar con la transformación que ha sido ya iniciada. Creo que no hay de otra; o se organiza el pueblo o se revierte la 4T. Tal es la disyuntiva ahora y para el próximo proceso electoral.