Por Óscar Tapia Campos
(Fotos: Jorge Iván Rodríguez Alcaraz)
MORELIA, MICHOACÁN, A 02 DE NOVIEMBRE DE 2022.,- Gran noche de Isaac Fonseca en la Monumental de Morelia, ante un encierro muy complicado de diferentes ganaderías. El Huracán de Morelia estuvo siempre muy por encima de los bureles, indultó a Señorón, torazo de Torreón de Cañas, y le cortó una oreja con mucho mérito a Pitinesco, un astado exigentísimo de Barralva.
Y lo mejor, fue aclamado por el gentío que coloreó tres cuartos de plaza, cerca de ocho mil espectadores que comprendieron que el diestro se jugó la vida y exprimió todo el jugo que tuvo cada uno de los bureles.
Sí, Isaac Fonseca ha dado un fuerte golpe de autoridad en México, no solo por los trofeos tan merecidamente recibidos, sino también porque quedó en claro que es el torero que la gente quiere ver, el que conecta desde su primer capotazo, el que no se guarda nada en el tintero, el que se para donde otros no se atreven, el que además de un gran valor, ha depurado su técnica y pincela tandas artísticas, hondas, eléctricas y con un sabor de esos que mantienen al respetable atento y emocionado.
No, claro que no fue la noche que él y todos esperábamos, mas no por el torero, sino porque no encontró la contribución requerida en los bureles, a excepción de Señorón, de Torreón de Cañas, y, después, el cierra plaza, “Patrón”, de Villa Carmela. A los demás les dio la lidia que cada uno necesitaba, los consintió, los llevó paso a paso, según las características de cada cual y, como dijo el poeta: “les extrajo la miel o la hiel de las cosas”.
Los seis toros de presencia imponente, eso sí; bellos, con edad, peso y trapío, y como se anunció, todos muy armados de pitones. Coco, de Xajay, toro muy complicado al que le esculpió verónicas y una media de antología; Derechazos y naturales por ayudados de sabor y mando. El burel le tiraba derrotes, Isaac tuvo que poner mucha cabeza para evitar el desaguisado. Imprimió voluntad. Pinchazo y entera. Descabello. Un aviso. Aplausos.
Con Señorón, el Huracán de Morelia, ha estado en mandón, con variedad, hondura y sabor en su trasteo. Recibió con afarolado de rodillas, dibujó chicuelinas muy ajustadas y remató con una media exquisita. Su tanda de muleta la inició en el centro del ruedo a pies juntos para modelar péndulos; tanda de derechazos largos y sabrosos que provocaron el olé sonoro y monumental; naturales con el sello de la casa, es decir sedosos, imantados y eléctricos; derechazos en redondo y, con la misma diestra, se lo embraguetó. Isaac Fonseca ofertó valor, técnica, arte y mucho sabor para provocar el alarido de la gente, la que exigió el indulto con muchísima fuerza. El moreliano pintureó manoletinas con la mirada en los tendidos y el respetable lo ovacionó como lo hace con las grandes figuras, con los ídolos. El juez de plaza cedió a la presión y ordenó que se le perdonara la vida al de Torreón de Cañas. Los apoderados del Huracán de Morelia le indicaron a éste que se tirara a matar, mas cuando fue por la espada, Señorón se arrancó rumbo a la puerta de toriles y se fue ante la aclamación mayoritaria del respetable. Rabo y orejas simbólicas para el torero michoacano.
En Buena Lid, toro de Julián Hamdan, fue sumamente débil, el joven coletudo abrevió y el respetable se lo agradeció. Ante Cempacúchil, de José Julián Llaguno, abrió con 2 largas cambiadas; pinceló chicuelinas muy ceñidas, una media, tafalleras y remató a una mano. El burel se fue a menos; Isaac expuso mucho, le sacó derechazos y naturales, una vitolina y ayudados por la izquierda. Estocada. Ovación.
El quinto de la tarde, Pitinesco, de Barralva, salió muy suelto, evadió al torero, no quería saber nada de capote. Después de la pica se fue arriba, Isaac Fonseca le pegó una tanda de derechazos de rodillas que le fueron aclamados. Pronto se vino a menos el burel; Isaac derrochó valor y voluntad. Estocada completa. Una oreja.
El cierra plaza fue un pavo, torazo de Villa Carmela, al que Fonseca saludó con verónicas brillantes y una media; lo llevó al caballo por chicuelinas andantes. Con la muleta se explayó con una tanda de derechazos de rodillas, se puso de pie y le esculpió extraordinarios naturales que le fueron ovacionados. Derechazos luminosos con alegría, sabor y mando; manoletinas emocionantísimas. Se puso pesado con el acero, lo que no le importó a la gente porque lo ovacionó y consagró con el grito de torero, torero, torero.
El Huracán de Morelia estuvo en él, muy valiente, muy honesto, muy voluntarioso, exponiendo, jugándose la vida y conectando sensacionalmente con la multitud, la que se esperó para acompañar su salida a hombros con aplausos y expresiones de reconocimiento y admiración. Isaac Fonseca ha cumplido, ha triunfado y está para lo que quieran y gusten mandar en cualquier plaza y ante cualesquiera alternantes. Enhorabuena y… Así sea.
(Fotos: Jorge Iván Rodríguez Alcaraz)