Por el Prof. Juan Pérez Medina.
Cuando triunfó AMLO en 2018, se dijo que no sólo había que rescatar al país de las manos de los ladrones neoliberales de la “mafia del poder”, si no que era necesario sentar las bases de una nueva cultura social sustentada en nuestros valores históricos contenidos, principalmente, en las raíces del pueblo mexicano más profundo.
Se planteaba una nueva cultura del respeto hacia la verdad, el trabajo digno, la solidaridad y la cooperación, la justicia, el amor, la responsabilidad y hacia la naturaleza, entre otros principios y valores.
En este camino, en 2019, se dio inicio con la publicación de la reedición de “La cartilla moral” de Alfonso reyes, publicada en 1952 por el mismo autor; como el primer esfuerzo hacia la recuperación espiritual de la grandeza de México. La cartilla moral, es un texto brevísimo sobre moral humana, como un código de conducta para el bien que nos dice que aprendamos y practiquemos “el respeto a nuestra persona, el respeto a la familia, el respeto a la sociedad humana en lo general y a la sociedad particular en que nos tocó vivir, el respeto a la patria, a la especie humana y a la naturaleza que nos rodea”.
AMLO escribiría en el prefacio de su edición que se trataba “de un primer paso para iniciar una reflexión nacional sobre los principios y valores que puedan contribuir a que nuestras comunidades y en nuestro país, haya una convivencia armónica y de respeto a la pluralidad y la diversidad” con 8,7 millones de ejemplares distribuidos en todo el país. El objetivo; moralizar la vida pública de México.
Meses después, con la idea de generar una Constitución moral, AMLO conforma una comisión para crearla, bajo la intención de desarrollar los principios y valores que la Cuarta Transformación necesitaba para la transformación del país y la creación del nuevo ciudadano de México.
De esa idea nació, con la impresión de 8.5 millones de personas, la “Guía ética para la para la transformación de México” cuyo propósito es el de “contribuir a la construcción de una convivencia nacional pacífica, cívica, con libertad, paz, justicia, dignidad y seguridad”. Expresado en términos políticos, se mencionó que “tenía como objetivo recuperar los valores morales y culturales que se perdieron en el neoliberalismo”. Con esto, la idea de la Constitución moral quedó atrás.
En su introducción la Guía ética para la transformación de México menciona que “El comportamiento apegado a normas éticas es indispensable para vivir en armonía con nuestra conciencia y para el bienestar y buen funcionamiento de las parejas, las familias y las amistades, las vecindades y multifamiliares, los barrios, las ciudades, los ejidos, las comunidades, las organizaciones civiles, las empresas, las instituciones, los países y hasta la comunidad internacional”, lo contrario nos conduciría a la generación de conductas antisociales, al desprecio por la ley, al surgimiento de la violencia y la ley del más fuerte y el abandono de la paz, tal y como ocurre ahora.
Se plantea alejarse por completo de la cultura neoliberal (capitalista, diría yo), que atacó el tejido social de las comunidades y menospreció los esfuerzos y experiencias colectivas para imponer la visión de una modernidad basada en valores como la competitividad, la rentabilidad, la productividad y el éxito personal. Una cultura neoliberal que predicó el ajuste de la población a los vaivenes de la economía, en vez de promover una economía que diera satisfacción a las necesidades del pueblo. Los gobernantes y funcionarios de toda estirpe, jerarquía y color se dedicaron al aprovechamiento de los bienes nacionales, producto del esfuerzo y trabajo de todos por medio de la más monstruosa corrupción, cometiendo delitos en contra del pueblo a quienes siempre le demostraron su desprecio, incluso, a la misma vida humana.
De acuerdo con este documento, la Cuarta Transformación de la Vida Pública Nacional se propuso “erradicar la corrupción, construir un Estado de bienestar y de derecho y heredar un país libre, democrático y soberano, en el que la política se oriente por el principio del servicio a los demás y en el que el desarrollo no deje fuera a nadie. Para cumplir tales propósitos es obligado impulsar una revolución de las conciencias, esto es, construir una nueva ética humanista y solidaria que conduzca a la recuperación de valores tradicionales mexicanos y universales y de nuestra grandeza nacional”. Nada simple, ni menos importante, que toma una relevancia enorme en vista de lo que había hecho con el pueblo los gobernantes anteriores, fieles a las doctrinas neoliberales y realmente hay que decirlo con todas sus letras: unos ladrones, sinvergüenzas sin conciencia alguna por las graves consecuencias que sus ambiciones y conducta le generaron al país al cual devastaron y empobrecieron. Lo planteado aquí y ya adentrados en el quinto y penúltimo año de gobierno de la 4ª. Transformación debe ser analizado en contraste con la realidad existente para sacar conclusiones acerca del tamaño de la efectividad de esta estrategia sexenal. Saber cuáles ha sido los avances en este sentido y hasta dónde se alcanzó el objetivo que el gobierno se planteara con ella.
¿Qué efecto han tenido estos documentos en la sociedad? ¿Vamos en el horizonte que se planteó en ellos? ¿Qué tanto se ha movido el elefante reumático en materia de una nueva cultura para la armonía y el bienestar?
Este será tema de la siguiente entrega, hasta luego.