Por Lucio Izquierdo
Silvano, el gobernador peor evaluado.
- Razones sobran.
No, a nadie debe extrañar. Michoacán vive momentos complicados tanto en lo social como en lo económico debido a que la mano que quien lo conduce, políticamente, padece del Mal de Parkinson, y tiembla, o se pone rígido o se mueve lentamente o se le altera la postura y el equilibrio o se le pierden los movimientos o la cambia el habla, cuando hay que tomar decisiones que le enderecen el rumbo a la entidad.
La crisis financiera va creciendo, tiene adeudos por todos lados, a los empresarios, proveedores, maestros, medios de comunicación, es un desastre.
El medio ambiente va sucumbiendo y cada vez más hectáreas boscosas ceden su lugar a huertas de aguacate sin que las autoridades hagan algo son selectivas a la hora de destruir los plantíos y respetan las que tienen relación con algún político.
La inseguridad y la violencia sigue cabalgando y su galope macabro lo lleva a cubrir cada vez más regiones de la entidad.
No, a nadie debe extrañar.
Por todo lo anterior, por las condiciones en las que se encuentra Michoacán a nadie debe extrañar que Silvano Aureoles Conejo sea el gobernador peor evaluado del país; del mundo mundial como dijera el cronista deportivo.
Silvano Aureoles ha fracasado en su relación con la CNTE, con el sector educativo, con el de salud –es terrible la falta de medicamentos, los cuales tienen que ser comprados por los familiares de los enfermos-; en el campo su programa estrella ‘A toda Máquina’ fue un fracaso y lo mismo pasó con Beca Futuro.
En Desarrollo Social y Humano, Juan Carlos Barragán Vélez está convertido en pintor de brocha gorda pintando fraccionamientos y aquí no estaría de más dedicarle un estribillo de la canción de Ali Primera, La esquina principal, en la que, palabras más palabras menos, “señor gobernador el hambre no se quita repintando paredes”.
Y, sí, efectivamente, el pueblo michoacano tiene hambre de que se acabe la injusticia, la impunidad, la corrupción, el amiguismo, el compadrazgo; el pueblo michoacano tiene hambre de empleo, de seguridad, de atención eficiente en salud, de crecimiento económico, de infraestructura para el desarrollo.
No hay una obra que distinga un gobierno al que le quedan alrededor de 20 meses –el último año, el de la elección, ya nadie lo pela- y se duda, con justa razón, que en ese tiempo sea capaz de rescatar a Michoacán.
Por eso, a nadie debe extrañar que Silvano Aureoles Conejo sea el gobernador peor evaluado por sus gobernados.
Obviamente, la encuesta la desacreditaron los matraqueros, esos que todo le festejan a Aureoles Conejo, pero toda esa pléyade de aduladores no puede revertir la opinión de la mayoría, la gran mayoría de los michoacano