Por Lucio Izquierdo
Los hombres que quieren ser candidatos, los de siempre
A diferencia de las mujeres que buscan la gubernatura, los hombres en su inmensa mayoría, han estado columpiándose de un cargo a otro, sea de elección popular o en la administración pública, y, en consecuencia, su desempeño está a la vista de todos y la opinión que de ellos se tiene no siempre es favorable…, lo más leve que de ellos dicen “siempre los mismos”.
Y efectivamente, basta ver los nombres de los que quieren ser candidatos de los partidos –o de la alianza ahora- para darse cuenta de que son los mismos de hace lustros, aunque también se da el fenómeno de aquellos que surgen de la noche a la mañana y se creen con merecimientos de ser el ungido.
Morena es el ente partidista que, por la popularidad de Andrés Manuel López Obrador, llevó a desconocidos a cargos públicos, pero también rescató a personas que estaban en el olvido político y ahora –tanto desconocidos como resucitados- quieren ser su candidato.
Hay dos en Morena que han estado promoviéndose y ambos se creen con los merecimientos para ser el elegido. Cristóbal Arias Solís y Raúl Morón Orozco. Los dos llegaron al cargo que ostentan por la ola de popularidad de Andrés Manuel López Obrador.
Cristóbal Arias Solís prácticamente desapareció del escenario político y público desde su derrota frente a Víctor Manuel Tinoco Rubí. Arias Solís contendió abanderando al PRD y después de Tinoco Rubí siguieron Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy Rangel, del PRD, y de Cristóbal ni sus luces; siguieron Fausto Vallejo Figueroa, Jesús Reyna García y Salvador Jara Guerrero, del PRI y, por obvias razones, Cristóbal siguió arrumbado.
Actualmente está en el gobierno del estado Silvano Aureoles Conejo, del PRD, y su nefasta administración más la popularidad de Andrés Manuel López Obrador, se conjugaron para llevar a Cristóbal Arias Solís al Senado y salir del olvido político.
Raúl Morón Orozco tiene un camino similar al de Arias Solís, pero con un camino “Más negro que la noche” surgió de las filas del PRD y por este partido fue diputado y senador. Su visión oportunidad adquirida, quizá, en su largo historial dentro del magisterio, lo llevó a cambiar de bandera en el camino y arroparse en Morena. Ganó, contra todos los pronósticos –incluso, creo el de él mismo- la alcaldía moreliana y no porque la ciudadanía lo viera como la mejor opción sino, aquí también, por la simpatía y arrastre de López Obrador.
Morenistas puros, quienes de inmediato se sumaron a López Obrador, están Juan Pérez Medina, fundador autentico, que picando piedra sumo para lograr la fundación de Morena; y Alfredo Ramírez Bedoya, y ellos pudieran dar la pelea a Cristóbal Arias Solís y Raúl Morón Orozco en la recta final para elegir al candidato, aunque también pudieran colarse Víctor Báez Ceja y Carlos Torres Piña, pero con menos posibilidades que Juan Pérez y Alfredo Bedolla.
En la acera de enfrente, en la alianza PRI, PAN y PRD figuran personajes como Marko Cortés Mendoza, Carlos Herrera Tello, Antonio García Conejo y Víctor Silva Tejeda y todos son pan con los mismo, los mismos de siempre.
En verdad que algunos de los que aspiran a ser candidatos, primero, y después gobernador, no tienen vergüenza y nomás de citarlos es para carcajearse y dentro de estos están Mario Magaña, Antonio Soto Sánchez, Arturo Hernández Vázquez, Alfonso Martínez Alcázar, Valentín Rodríguez, Wilfrido Lázaro y Fidel Calderón Torreblanca.
Estos son los mismos de siempre y cuyo desempeño como servidores públicos los tiene metidos en la ineficacia y mediocridad y lejos, muy lejos, de la efectividad.
Y para sonreír por su ingenuidad están Feliciano Flores, Alfredo Ramírez Esteban Barajas Barajas, Víctor Manuel Serrato, Agustín García Rubio, Armando Tejeda Cid y Guillermo Valencia.