Por Lucio Izquierdo
Primero, lo primero. Feliz y excelente año para todos.
Bueno, comenzó ya el 2020 y no está por demás dar un paseo por lo que el camaleónico gobernador Silvano Aureoles Conejo hizo en el 2019, los disfraces que utilizó.
El valiente de rancho. Aureoles Conejo comenzó el 2019 disfrazado del valentón de rancho debido a la inercia, el coraje que traía del 2018 debido a que las elecciones las perdió su gallo y pues atacaba todo cuanto venía del ganador, Andrés Manuel López Obrador.
Maestro de la CNTE. Después asumió el traje de maestro de la CNTE y se pronunció como defensor de los derechos de los mentores, al grado de declarar, ridículamente, que se pondría en huelga de hambre y los acompañaría en marcha hasta la Ciudad de México.
Y siguiendo con sus ridiculeces, Aureoles Conejo se disfrazó de charro en un evento elitista en el que se ignora cuánto se gastó y el cual no dejó grandes cosas para Morelia y Michoacán.
También asumió el rol de glotón al afirmar que las encuestas que lo ubicaban –ubican- como uno de los gobernadores peor evaluados se las comía en un taco con salsa de molcajete. Fueron tantas que nada extraño sería que padeciera de gastritis.
Y se disfrazó del DOC, el personaje de la película Volver al Futuro, cuando comentó que se va, pero regresa como presidente de la república. ¡Vaya sueño guajiro del huache!
¿Santa Claus? Ante el rumor de que en diciembre otorgó fuertes sumas de dinero a los diputados para que le aprobaran el endeudamiento por más de 4 mil millones de pesos, podría haberse vestido de rojo. Cabe mencionar que para algunos periodistas que cubren la fuente del Congreso, ese rumor es un secreto a voces.
También se disfrazó de modelo de rancho al lucir una chamarra cuyo costo estimado es por alrededor de 25 mil pesos. Vaya con el huache, sí que deja “trabajar” como gobernador.
Y, bueno, Silvano Aureoles Conejo lleva cuatro años disfrazado de gobernador y el traje le ha quedado muy grande. Ha sido un fracaso su gestión y no se espera que en el tiempo que le queda pueda mejorar su administración.
Lo único que se le pide, si le queda algo de vergüenza, es que no se disfrace de mecenas político y destine los recursos del endeudamiento para financiar la campaña de su gallo, sea su hermano Antonio García Conejo o su secretario de gobierno, Carlos Herrera Tello.