Por Lucio Izquierdo
El Distrito Electoral 08, de Morelia, está sumamente requerido y hay más de treinta interesados, entre hombres y mujeres, en obtener la candidatura por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y, aunque, el fantasma de la imposición merodea por ese partido, la realidad indica que, pese a ese Gasparín, hay dos con amplias posibilidades de alzarse con la victoria y representar a Morena en la contienda de junio.
Varios de los aspirantes expresaron su preocupación por la opacidad con la que se está llevando a cabo el proceso de selección de candidatos y exigen que se aclare y se informe de la metodología y resultados de la supuesta encuesta.
Demandan que se respeten los documentos básicos de Morena y se impida, en la selección de candidatos el influyentismo, el amiguismo, el nepotismo, el patrimonialismo, el clientelismo, la perpetuación en los cargos, el uso de los recursos para imponer o manipular la voluntad de otras y otros, la corrupción y el entreguismo.
El punto central de su exigencia es que rechazan, categóricamente cualquier intento de imposición de candidaturas, sobre todo de personajes que, antes del 2018 pertenecieron a la clase política neoliberal y golpearon mediáticamente a Morena.
Manifiestan, eso sí, su apoyo a “las compañeras y compañeros que por su trayectoria hayan demostrado congruencia con sus actos de no mentir, no robar y no traicionar”.
Y aunque son doce los que signaron ese documento dirigido al CEN de Morena, la realidad es que solamente Juan Iriarte Méndez y Víctor González cuentan con los argumentos para alzarse con la victoria y contender con los colores de ese partido en junio próximo.
Juan Iriarte Méndez lleva alrededor de cuatro décadas militando en la izquierda, no es, pues, alguien a quien se le pueda recriminar que se apuntó a Morena hace quince minutos. Diputado local por el PRD, antes, mucho antes, de que Silvano Aureoles Conejo y sus esbirros lo convirtieran en un instituto satélite de Peña Nieto e integrante de una alianza –PRI,PAN y PRD- que busca perpetuarse en el poder para no perder sus privilegios y seguir llenándose los bolsillos a costa del erario público.
Juan Iriarte Méndez no es, en definitiva, un arribista ni mucho menos un improvisado que va tras el hueso.
Víctor Manuel González Salgado es otro de los que tienen posibilidades y es que ha estado trabajando muy de cerca con las organizaciones de la sociedad civil. Fue director de Participación Social en la Secretaría de Política Social, hoy Sedesoh, donde conoció de cerca las necesidades de la población.
Recibió esa dirección de la Secretaría de Política Social con un padrón de 150 organizaciones de la sociedad civil y elevó, en tres años, ese número a 650, eso habla bien de la relación que tiene con esas asociaciones.
Es tal la confianza que le tienen -y les tiene- a dirigentes de las asociaciones civiles que, antes de registrarse como aspirante, los consultó, les pidió su opinión, le dieron el respaldó y sólo entonces se apuntó. Son, pues, las organizaciones sociales sus padrinos.
En el caso contrario se encuentra Mariana Sosa Olmeda a quien acusan de ser la candidata de Gasparín –léase Raúl Morón Orozco- el fantasma de la imposición que está merodeando en Morena.
Para ella y para Gasparín parece estar dirigida la exigencia plasmada en el documento remitido al CEN de Morena y que a la letra dice “rechazamos categóricamente cualquier intento de imposición de candidaturas, sobre todo de personajes que, antes del 2018 pertenecieron a la clase política neoliberal y golpearon mediáticamente nuestro movimiento”.
Y es que Mariana Sosa Olmeda formó parte, como directora del DIF-Estatal, de la nefasta administración de Salvador Jara Guerrero, un títere del verdadero mandón de ese periodo, Alfredo Castillo Cervantes.