Por Lucio Izquierdo
El 20 de noviembre se convirtió en un caos para la ciudadanía que por uno u otro motivo –la mayoría por cuestiones laborales- tenía que acudir al Centro Histórico. La estupidez gubernamental provocó roces innecesarios entre ciudadanos y elementos policíacos que, valga hacer la aclaración, solamente cumplían las órdenes giradas por sus superiores y estos, a su vez, del gobernador Silvano Aureoles Conejo quien, una vez más, demostró la falta de sentido común que ha caracterizado a su administración.
Ese día las voces de inconformidad retumbaron fuerte y aterrizaron en Palacio de Gobierno donde un sonriente e incompetente Silvano Aureoles observaba el desfile.
A una amiga que trabaja en el Centro Histórico y que es de la misma región de tierra caliente de la que es oriundo Silvano, le pregunté qué pensaba de la decisión tomada por el gobierno y me respondió “a cada paso daba le mente su madre a Silvano” y es que a ella la bajaron en Tres Puentes y tuvo que caminar desde ese lugar hasta el Centro.
Qué insensibilidad del mandatario y es que ese día se veía caminar a gente desde el Panteón, hasta ahí llegaba el servicio público porque ya estaba cerrado, Tres Puentes y otros lejanos lugares que caminaba presurosa para no perder la cita en el Seguro Social o no llegar tarde a su trabajo.
Esas personas todavía tenían que pasar los filtros, una revisión que casi casi los equipara con delincuentes y decisiones estúpidas como quitar encendedores y lapiceros.
A qué mente brillante se le ocurrió esa estupidez, pues se los quitaban en los filtros, pero los podían comprar, con absoluta libertad, en los puestos de periódicos de los Portales y los Oxxos. Quitarles encendedores y lapiceros es simple y sencillamente un robo porque es difícil que alguien los vaya a reclamar…y que se los devuelvan.
Y mientras, Silvano Aureoles Conejo llegaba al Centro Histórico en lujosa camioneta, rodeado de guaruras y con vía libre, pues le abrían el paso los gendarmes, las mentadas de madre seguían en su contra.
Y para acabarla de amolar, la tarde de ese día, al pie del monumento al General Lázaro Cárdenas del Río, los ventrílocuos de Silvano, es decir los perredistas, despotricaron contra la administración de López Obrador con las cantaletas que viene, de un tiempo a la fecha, expresando Aureoles Conejo y que las calló cuando al frente de la Presidencia de la República estuvo su cuate Enrique Peña Nieto.
Es decir la modificación de la distribución de recursos entre los tres órdenes de gobierno para aumentar el porcentaje a estados y municipios, por ejemplo.
Tan pen……santes estaban las fuerzas revolucionarias de Silvano, es decir los títeres perredistas, que el presidente municipal de Uruapan, Víctor Manuel Manríquez González se aventó la pen…..jada de decir que últimamente los presidentes de la república carecen de sensibilidad porque no han sido presidentes municipales.
Y leyendo las biografías de los presidentes de la república, desde la época de la revolución a la fecha, el único que fue presidente municipal de su pueblo es Venustiano Carranza.
Ante lo dicho por Víctor Manuel Manríquez González, la estatua del General Lázaro Cárdenas se ha de haber cimbrado. Así de ridículas son las fuerzas amarillas de Silvano.