Por Juan Pérez Medina.
En 2002, Sergio Espinal tomó las riendas de la Sección XVIII e inició la primera purga, uno de los afectados resulté ser yo. Con una campaña totalmente falsa y fuera de lugar, se me tachó de traidor. Sin embargo, fui el único que cumplió con los acuerdos que la propia organización sindical se dio desde un principio. Esta purga inició la división que se profundizó con el paso del tiempo. La máxima de este dirigente fue la de “si no estás conmigo eres mi enemigo”. Jamás me plegué al él, ni nunca lo he hecho hacia nadie que no se gane mi respeto. Sólo tres entes en el ámbito sindical lo han logrado: Delfino Paredes Orozco y Javier Acuña Hernández en el surgimiento del MDM en 1989 y el propio proyecto sindical tanto el local como el que ha levantado la CNTE. A estos dos personajes lo respeté siempre (aun tengo profundo respeto por el maestro Delfino aun vivo. Acuña fue en parte mi maestro), así como a los principios, objetivos y directrices del Proyecto Político Sindical (PPS).
Su idea equivocada condujo al movimiento magisterial a una crisis que fue permeando con el tiempo, ya que Artemio Ortiz Hurtado fue fiel comparsa de sus decisiones. Los casi 10 años de estos personajes hicieron crisis en la unidad interna. Debilitaron los procesos democráticos y generaron una ola de terror interna que fue con el tiempo teniendo graves consecuencias. La represión sindical volvió envuelta en un discurso mesiánico de ultraizquierda que daño la organización y la formación sindical, deformándola y convirtiendo a la estructura sindical (y un grupo de dogmáticos e ignorantes en casi todos los casos), en golpeadores al estilo de los grupos de ”Vanguardia Revolucionaria” que capitaneada Carlos Jongitud Barrios, el otrora maestro de la tan “adelantada” Elba Esther Gordillo.
Con Jorge Cazares Torres, la división fue aún mayor y en el ejercicio sindical que encabezó Juan José Ortega Madrigal esta división ya era un hecho consumado que se expresó notoriamente, no sólo en la gestión sindical, sino sobre todo en un proceso abierto de descalificación sindical, donde unos a otros se acusaban de gobiernistas (a mí siempre me acusaron de eso). En aquel entonces y ya en el proceso de renovación sindical, las acusaciones subieron de calor. En el marco del congreso de renovación se dio una purga para separar a los que unos y otros consideraban fuertes competidores. Un congreso que ya no acabó bien y que mostró fisuras enormes a tal grado que fue imposible completar el nuevo CES que encabezó Víctor Manuel Zavala y se complicó posteriormente el nombramiento de las coordinaciones regionales. La disputa siguió durante el tiempo en que Zavala dirigió la Sección XVIII y, junto con ello, el deterioro de la vida sindical y la unidad interna. Es así como se llega a la ruptura en febrero de 2020, cuando se nombran dos representaciones sindicales del movimiento magisterial democrático y se acaba enterrando la unidad que ya pendía de un hilo.
Ni uno ni otro bando ha podido responder al magisterio michoacano, ni siquiera a la fracción que representan. Es más, durante el ejercicio de estas dos representaciones el charrismo y la corrupción crecieron como nunca y el poder de solución de la representación ha disminuido como el instrumento que resuelve los problemas de los trabajadores de la educación hoy sin certeza de a quien acudir.
No es totalmente culpa de los actuales dirigente que, en lo personal respeto, aunque poco los frecuente. Debo decir que, incluso, nunca he hablado con Benjamín Hernández desde hace muchos años. Es más bien responsabilidad de todos, aunque ya mencioné a quienes abrieron la caja de pandora.
Sin embargo, la falta de humildad y de visión para hacer lo correcto, ha alejado cualquier posibilidad de unir a los trabajadores de la educación. Nada se ha hecho para generar tales condiciones que no sea la apuesta por imponerse unos a otros.
La dispersión estructural, organizativa, política e ideológica han traído como consecuencia la división de las escuelas, el crecimiento del charrismo (y no sólo como corriente, sino como practica sindical), la disputa permanente, el debilitamiento ideológico, el abandono, la simulación y la indiferencia de los trabajadores y la afectación del sistema educativo. La disputa interna ha dejado de lado las grandes tareas sindicales que se tienen en el ámbito sindical y se han circunscrito a la solución de la gestoría mal llevada y mal planeada, que ha traído como consecuencia un desorden administrativo descomunal que ha favorecido a otras fuerzas, pero no a los trabajadores, con quien se tiene una enorme deuda, lo mismo que con la sociedad.
Es hora de que se reconozca la situación en la que el magisterio de la CNTE se encuentra y comenzar a propugnar por un congreso unitario de bases, aunque creo que también sería bueno que se pensara en un congreso bajo la legalidad del SNTE, tal y como lo hacen Oaxaca y Chiapas en la CNTE. ¿Por qué no?
Hay enormes tareas que no se pueden atender desde la dispersión y erosión sindical. La unidad no sólo es necesaria, es más urgente que nunca. Aparte de reconstruir el tejido en las escuelas y generar en ellas armonía, recuperar el sentido democrático de la gestión sindical y la regularidad del proceso educativo, es indispensable para atender los grandes problemas laborales del magisterio y los trabajadores. Sin la unidad interna la CNTE – Michoacán no es factor para cambiar lo que a nivel nacional es necesario para favorecer en lo individual a los maestros michoacanos. Sin la fuerza de la unidad no se pueden echar abajo las UMAS, el USICAMM, el tope salarial, la ausencia de la relación bilateral SEP– SNTE desaparecida desde el gobierno de Peña Nieto y que no se ha recuperado con la IV T.
La agenda es amplia y requiere de miras por encima de lo único que se ha hecho en los últimos 6 o 7 años. Se necesita una vuelta de tuerca y esa es tarea de los maestros y las maestras. La Sección XVIII está perdida como instrumento de lucha real y verdadero a favor de los trabajadores que la integran. Sólo podrá recuperarse con la unidad. Si no se quiere, si no se propone, si no se hace el esfuerzo, la historia no nos absolverá.