Por Juan Pérez Medina.
Si algo caracteriza a la izquierda es su integridad, los valores que la sostienen y la impulsan. La lucha de los hombres y las mujeres de izquierda no es personal, sino que está fincada en la búsqueda de justicia y bienestar para la clase social de los trabajadores y las trabajadoras. Quienes abrazan la izquierda no pretenden un cambio cosmético en donde la búsqueda del poder se resume en el “quítate tú para ponerme yo”, sin mover un ápice de la realidad social y económica del país. Los verdaderos militantes de izquierda son todo lo contrario, abnegados, comprometidos y, sobre todo, revolucionarios; es decir, que buscan cambiar las estructura económica, política y social para beneficio de la mayoría.
Quien se dice de izquierda debe ser ante todo congruente con los postulados de esta posición política. Y no sólo debe serlo, sino también debe parecerlo. Su actitud debe ser coincidente con sus dichos y, sobre todo, con las aspiraciones del pueblo que son los objetivos de la izquierda. Hay que desconfiar de aquellos que se dicen de izquierda pero parecen de derecha, visten como la derecha, se reúnen donde lo hace la derecha, viajan a donde viaja la derecha; pero aún más allá de las supuestas apariencias, son los hechos los que los definen. Cuando un personaje que se dice de izquierda finca sus acciones en su futuro político y abandona las causas del pueblo, es todo menos revolucionario.
Ser de izquierda es ser congruente con los objetivos de izquierda. No son de izquierda aquellos que hoy asoman una bandera y mañana otra y luego otra y así hasta el infinito porque así les conviene. Los que ayer despotricaban contra unos y hoy los alaban no son y nunca serán de izquierda. No puede ser que ayer renegaran de las imposiciones de Mario Delgado como presidente de morena y hoy lo aplaudan como Secretario de educación. Deben saber que Mario Delgado, como muchos otrosque se dicen de izquierda, será siempre un impostor.
No son congruentes quienes ayer dijeron que AMLO era un peligro para México y hoy lo alaban. Ayer eran opositores y hoy también lo son, pero están esbozados entre los militantes verdaderos de morena. No es que se hayan convencido, sino que es lo que personalmente les conviene. Como lo dijo, Antonio Soto, el interés personal el que los mueve.
El video que circula por Facebook en donde este personaje, Secretario del migrante, acusa a Carlos Torres Piña de carecer de principios por haberse sumado a morena abandonando el PRD en donde ambos estaban (ya habían criticado a AMLO públicamente, existen constancias de ello), es un ejemplo de que hay en la política actual un grupo muy, pero muy amplio que, efectivamente, como lo dice en el video Antonio Soto, carecen de principios, siendo él, naturalmente, uno de los principales exponentes.
Recuerdo los meses previos al inicio de campaña en 2024 cuando un aguerrido Juan Carlos Barragán daba diariamente un sermón en contra de Alfonso Martínez Alcázar. En ese entonces, (como ahora), buscaba la designación como candidato de morena a la presidencia municipal y se esmeraba en denunciar las acciones negativas del entonces munícipe también en campaña por la reelección. Era entonces defensor obsesivo de los agravios a los morelianos por parte de Martínez Alcázar.Pero hoy ya no es el caso. A pesar de que sus objetivos siguen siendo los mismos, ya no despotrica contra en munícipe, pues éste se ha salido de su radar al ya no buscar la reelección, sino la gobernatura, cuestión que Barragán no busca por ahora. Los asuntos de los morelianos pasaron a segundo plano y dejaron de ser su prioridad en la medida de que no sirven a sus intenciones. Ahora, ya no se defiende a los morelianos de las “maldades” de Martínez Alcázar, sino que, por el contrario, el diputado busca acuerdos para mejorar los resultados de la gestión política que realiza en aras de la candidatura de Morelia en 2027. Es obvio que en él rifa la máxima de primero yo, luego yo y después yo.
Lo mismo tengo que decir del actual gobernador, que cuando se designó a Adrián López Solís como fiscal del Estado por indicaciones del entonces des-gobernador Silvano Aureoles, siendo él diputado posteó que votó en contra de la designación del “fiscal carnal” por tratarse de una imposición. Ahora los hechos recientes de designación del fiscal, se le han estampado en la cara. Y, más reprobable aún, cuando este hecho ha estado acompañado de una negociación con el antes fiscal, al cual se le ha premiado con tres notarías. Todo hay en estos ejemplos menos congruencia, que es uno de los principios de la izquierda. ¿Cómo afirmar y hacer ahora, lo que antes criticaron? Como dice el dicho: “cae más pronto un hablador que un cojo”.
Pero la incongruencia no sólo es de estos funcionarios de primer nivel, sino que también lo es de aquellos que aplauden estos hechos e intentan justificarlos con artilugios argumentativos que dan pena. Y, voy más lejos, son también responsables aquellos que se guardan sus cometarios, que callan ante estos hechos tan graves para un proyecto político que pretendía (pretende aún), ser factor de cambio. Soy de los que considera que los principios no son negociables en ninguna circunstancia porque al final su no observancia se volverá contra los objetivos de la izquierda. Los silencios cómplices son tan culpables como aquellos que se calientan las manos aplaudiendo. La omisión no los salva. Si no se hace nada ahora, se perderá cuanto pudo haberse ganado. Al tiempo.
