Por Juan Pérez Medina.
En el marco del nombramiento de quienes serán los miembros del gabinete del gobierno que encabezará la presidenta electa Claudia Shembaum Pardo, se anunció a Mario Delgado, actual presidente de morena, como el próximo secretario de educación pública. Fue la misma presidente electa quien hizo el anuncio que se interpreta como un pago a los servicios prestados y recibidos por el ahora próximo miembro del gabinete de primer nivel.
No es para menos, pues las cuentas de Mario Delgado al frente del partido son espectaculares, hoy morena gobierna en 25 entidades, incluyendo la CDMX, Claudia Shembaum Pardo ha sido la candidata más votada de la historia del país y se ha alcanzado la mayoría absoluta en el congreso de la unión, lo que permitirá llevar a cabo las reformas que se le negaron a Andrés Manuel López Obrador en la segunda mitad de su mandato. Puede decirse con seguridad que, en su presidencia, morena logró sólo triunfos electorales. Pueden cuestionarse en su mayoría por el pasado que acompaña a los ganadores y, sobre todo, puede cuestionarse la forma en que éstos se convirtieron en candidatos, ya que la ausencia de democracia fue la constante a la hora de las definiciones.
Pero éste no es el caso, sino la determinación de Claudia Shembaum de nombrar precisamente a Mario Delgado -al que era imposible no compensar por lo menos de esa forma por lo ya dicho- y precisamente al frente de la SEP. Porque si algo caracteriza a Delgado es su pragmatismo y ausencia de ideología de izquierda. Es, por decirlo en el lenguaje actual de los políticos, un político exitoso que puede navegar en las aguas tempestuosas siempre con un horizonte claramente definido, sin importar cual sea el barco en que se navegue. Así ha sido y no habrá de cambiar.
¿Puede dejarse la educación en manos de un personaje así, cuyas cartas de presentación nos hablan de alguien que ha sido ya secretario de educación en la CDMX por el casi extinto PRD, por el cual fue senador también? ¿Qué fue coordinador de la bancada de morena en la cámara de diputados de 2018 a 2021 y presidente nacional de morena desde diciembre de 2020?
Con ese historial no debería nadie poner en entredicho el anuncio hecho por la presidenta electa, pero el problema está en su compromiso ético con el proyecto que dice representar y defender.
Reconozco en Mario Delgado su tremendo olfato político, pero no es eso lo que se requiere en educación. Para estar allí se ocupa más que un buen administrador, pero mucho más, pues se trata de resolver los problemas estructurales del sistema educativo y la claridad de la educación que necesitamos para el país que queremos.
El gobierno actual ha esbozado una propuesta para comenzar a andar en el sentido social de la educación. La Nueva Escuela Mexicana es la propuesta pedagógica más avanzada de los últimos 35 años, que se contrapone a las propuestas anteriores, surgidas de las ideas neoliberales del “Consenso de Washington”, desarrolladas por los gobiernos priistas y panistas, desde Miguel de la Madrid hasta Enrique Peña Nieto. Pero en manos de Mario Delgado es una propuesta en riego, un desafío que no deberíamos correr. ¿Cómo dejar en manos de un neoliberal “progresista” la construcción de una propuesta de ruptura? O mejor dicho: ¿Cómo poder dejar en manos de Mario Delgado la construcción de una propuesta educativa transformadora, siendo él un claro político neoliberal sin principios éticos de izquierda?
Mario Delgado fue firmante del Pacto por México en el gobierno de Peña Nieto y ferviente defensor de la reforma educativa de ese mismo gobierno, la cual él se encargó de votar a favor y propugnar por que sus compañeros de bancada la votaran. En el marco de la aprobación de la reforma educativa peñista, se reunió con Claudio X González, entonces dirigente de “Mexicanos Primero” y creador e impulsor de la mal llamada reforma educativa, seguramente para patentizar su compromiso con ella en el congreso y llevarse las tareas que le tocaba realizar para garantizar su aprobación. Existen evidencias Más que suficientes de lo que aquí afirmo. ¿Cómo poder confiar en una persona así en tan importante responsabilidad?
Pero no es todo lo que evidencia su esencia negativa. Mario Delgado es también ostentoso. No sabemos a cuanto asciende su fortuna personal, pero es un hecho que ha integrado una fortuna en el marco de su desempeño político y en la función pública. Fue duramente cuestionado por sus nexos con la organización NXIVM, cuyo líder Keith Raniere fue condenado en los Estados Unidos a pasar 120 años de prisión por delitos de explotación sexual de una menor y posesión de pornografía infantil.
De acuerdo con lo difundido en su momento, el morenista realizó depósitos de 50 dólares durante seis meses en el 2016, esto para pertenecer a la Sociedad de Protectores (SOP) una organización alterna de Executive Success Program (nombre de NXIVM en México), que en su “plan de estudios” resumía las enseñanzas de Raniere en torno a la virilidad y el control sobre las mujeres y, cuyo representante era Emiliano Salinas Occelli, hijo del ex presidente Carlos Salinas de Gortari. Aunque lo negó, existen evidencias de que fue miembro, al menos durante los seis meses que estuvo pagando las cuotas exigidas.
Otra vez ¿Es Mario Delgado Carrillo el adecuado para profundizar los cambios que la educación pública reclama? Yo creo que no. Es una pena que Claudia Shembaum lo haya nombrado, pues con ello la transformación de la educación pública y la sociedad, están en riesgo. Una última pregunta ¿Qué hicimos para merecer esto?