11 de Junio de 2023
Que notable situación nos pone la historia frente a nuestros ojos. La sucesión presidencial, que se quiere manejar de una manera diferente, quizá no la mejor, pero diferente, abre las puertas a disquisiciones y apreciaciones que van desde la más simple especulación hasta los análisis un poco más ordenados, pasando por opiniones que pudieran estar muy contaminadas ideológica y materialmente.
Ante nosotros, hoy, la sucesión representa, por un lado, la posibilidad de mantener el curso actual de cambios, que no son estructurales, antes bien, son un respiro para un capitalismo que se vigoriza más con el desarrollo increíble de las fuerzas productivas, cambios que, sin embargo, pueden posibilitar la concientización de una sociedad que debe imponerse objetivos de más histórica trascendencia. Por el otro, un desvanecimiento en el ritmo y la profundidad de estos cambios, y nos acercan más a las posiciones que le dieron todo, en el pasado, a una minoría muy disminuida moral y políticamente. Así están las cosas.
Pero, el análisis concreto de los presidenciables nos lleva a configurar varios escenarios, a cuál más de interesante y peligroso.
Por el lado de la precandidata, Claudia Sheinbaum y el precandidato Adán Augusto, se puede decir que representan cierto cambio en el estilo de gobernar, quizá no tan profundo, pero mantendrían la dirección de hacia dónde gobernar, para quién gobernar y con quien gobernar, de la actual administración. A muchos morenistas y simpatizantes del obradorismo, les gustaría que el resultado de la sucesión fuera con algunos de los dos mencionados. Creo que a la mayoría de la población le convendría que así fuera, puesto que así estarían garantizados los programas sociales, que, en el caso de algunos, no por estar en la constitución, ya son imbatibles. También se garantizaría acabar definitivamente con privilegios como el no pagar impuestos de los más pudientes empresarios nacionales y extranjeros, entre otras muchas cosas, y se consolidara ya como política pública.
El problema se presenta, hoy, casi a simple vista, con el tercero de los presidenciables: Marcelo Ebrard.
Apenas se han definido reglas de comportamiento para todos los precandidatos a la máxima posición nacional en el próximo proceso electoral y ya se ve la inutilidad de las mismas. Y esto aparece así, porque morena no es un verdadero partido de izquierda, bueno ni de derecha o de perdida socialdemócrata. Es una asociación de vividores de la política, léase clase política que aspiran a no dejar de ser los que toman las definiciones en nuestra patria. El asunto es que Ebrard, está jugando a comprometer todo el proceso electoral para morena que, irresponsablemente, no alcanza a entender que, en realidad, se juega los intereses de las mayorías de este país. Para muchos en México, Marcelo con sus emberrinchamientos busca crear una situación de tan difícil manejo, aún para el presidente, que le dé como resultado su postulación. Creo que está equivocado. Pero juega a que, si no se da ese resultado, pueda ser el abanderado de los infames Claudios y secuaces.
Apenas acababa de firmar que no se darían acercamientos a través de entrevistas y reportajes etc., con los medios de manipulación y periodistas de arraigada raigambre antiobradorista, y ya estaba sentado junto a Ciro, periodista de ínfima ética y menos profesionalismo y, además, amenazando con que se juntaría con quien él quisiera. Es la mayor desesperación. La inteligencia quedó atrás y se impuso la desesperación y el berrinche y la obsesión por encima de todo. No sabe que juega contra AMLO. Si consideraba, como lo dejó entrever en su entrevista con Ciro, erróneas tales reglas, no las hubiera firmado.
Él, especula, que los grandes chayoteros manipuladores de este país como López Dóriga, Ciro Gómez Leyva, Loret, José Cárdenas, Carlos Marín, Adela Micha, etc., como aún penetran muchos hogares del país, merced a una equivocada política con los medios que el estado tiene a su alcance, le asegurarán el posicionamiento en el sentir de la gente que actualmente no tiene. Y ya hay toda una cargada, que poco le favorece, de lo peorcito de nuestra peor clase política. Ma. Amparo Casar, Elba Esther Gordillo, Rosario Robles, Alazraki, entre otros muchos, ya se desataron hablando sólo linduras de Marcelo. Y él, en babilonia, embelesado y seguro de que, ésa, es la ruta. Que poca memoria.
En el hipotético escenario de que no llegara a quedar como el candidato de morena ¿respetaría el acuerdo de unidad firmado? Si lo hiciera, daría muestras de mucha altura política y sería un gran acto de congruencia.
Empero, todo indica que pronto veremos a Marcelo seguir los pasos de su maestro Manuel Camacho Solís, quien le generó una pequeña crisis de gobierno a Salinas de Gortari, cuando éste decidió que sería otro el candidato. No cabe duda, es el llamado de la selva o, como se dice popularmente, el chivo, siempre, apunta al monte.