López Obrador decidido a que Morena compita fuerte por el Palacio de Cantera. El rol del gabinete. Un nexo con el gran capital.
De las quince gubernaturas que se ponen en juego en 2021, Nuevo León es la que más interesa a Andrés Manuel López Obrador.
La elección de Clara Luz Flores como candidata viene a cristalizar esa necesidad de ir a la contienda con una oferta de alto handicap electoral que terminaría por consolidarse si este martes, en una reunión mínima en CDMX, Luis Donaldo Colosio aceptara ser el candidato de Morena a la alcaldía de Monterrey.
Para el presidente Nuevo León se volvió un tema de interés central en el pico de la pandemia. Sus confrontaciones con capitanes de empresa – producto de la negativa a apoyar a grandes corporaciones -, le decodificaron a López Obrador la realidad que implicaría que el motor industrial de México estuviera gobernado por la oposición.
Nuevo León se sumaría así a Jalisco, donde hay un empresariado que rechaza al Gobierno federal y se fusiona con una autoridad local contestataria en poder de Enrique Alfaro.
López Obrador pretende una gobernadora que lo acerque al gran capital en lugar de distanciarlo y espera que Clara Luz sea ese nexo coordinante.
La idea no siempre lo convenció, a mediados del 2019 estaba resuelto a que Tatiana Clouthier fuera su candidata pero tuvo tres conversaciones que terminaron de inclinarlo hacia la alcaldesa.
Una fue en Palacio Nacional, cuando algunos hombres de negocios lo visitaron el pasado verano y le hablaron bien de la edil en materia de seguridad y sus planes para prevención del delito.
Fue muy enfático Julio Villarreal, dueño de Villacero y desde la semana pasada, de AHMSA. Un mensaje que luego el presidente corroboró en una conversación con el general Luis Crescencio Sandoval.
Las otras dos fueron políticas. Ricardo Monreal, coordinador del oficialismo del Senado, dio buena fe de Abel Guerra a quien dijo conocer desde que ambos eran diputados federales del PRI.
En tanto Julio Scherer, encargó un sondeo privado, decisivo, donde se mostraba que Clara Luz superaba a Clouthier por 3 a 1 en las preferencias.
Se lo mostró al presidente un jueves y al domingo siguiente los planes de Clouthier para gobernar el Estado fueron desactivados, en una charla veloz en el Aeropuerto de Monterrey.
Clara Luz (y Morena) va a una elección que en gran medida se juega al interior del PRI, partido que ella decidió abandonar cuando los demás alcaldes de Nuevo León no la apoyaron para coordinar el foro más importante de seguridad pública del país, el año pasado.
Corre contra el alcalde regio Adrián De la Garza, que se perfila como el rival a vencer. Las estructuras de los dos candidatos son similares, sus conceptos de campaña parecidos y así como la pandemia golpeó a Clouthier o al senador Samuel García, a ellos los terminó por favorecer frente a una elección distinta.
A diferencia del 2015, o del 2009, esta elección no tiene demasiado margen para las emociones. El electorado ha sufrido el año que termina y por eso a lo largo de la república han crecido candidatos con perfil ejecutivo, sobriedad y, sobretodo, resultados.
En la elección presidencial del 2018, hacia el mes de enero, en Los Pinos se seguía hablando de que López Obrador tenía un techo de 28 puntos de intención de voto.
Alejandro Quintero, publicista de confianza de Enrique Peña Nieto, contradecía esas estimaciones.
Decía que si un candidato tiene alto nivel de conocimiento y bajos negativos, no hay techo posible. El resultado final le terminó por dar la razón.
Ese mismo esquema es el que persigue ahora Clara Luz.
Empujar al máximo su límite de preferencias y aprovechar, a la vez, el desprestigio de la marca del PRI, en la elección que en Palacio Nacional miran con mayor intensidad.