Por Pánfilo Naranjo
Aunque está dentro de sus facultades entregar el informe de gobierno al Cabildo, la realidad es que hacerlo en un acto público, ante la ciudadanía, es un ejercicio de transparencia y rendición de cuentas que ningún alcalde debe evadir, como sí lo hizo Alejandro Correa Gómez, presidente municipal de Zinapécuaro.
Es un compromiso moral, de cualquier servidor público de elección popular, informar sobre las acciones realizadas cada año a fin de que la ciudadanía las conozca, eso hacen desde el presidente de la república, los gobernadores, los diputados –locales y federales-, los senadores y los presidentes municipales.
Claro, ese ejercicio de transparencia y rendición de cuentas lo llevan a cabo cuando no hay nada que ocultar y, por el contrario, mucho de que presumir. La ciudadanía, todos los sectores sociales, de cualquier municipio, deben estar enterados de lo que hizo el alcalde.
En el caso de zinapécuaro, surgen algunas preguntas en torno al por qué Alejandro Correa Gómez se abstuvo de informar a los habitantes de ese municipio sobre lo que hizo el último año de su actual gestión, el quinto en su periodo de gobierno; ¿acaso teme a la inseguridad o es poco lo que ejecutó y si fue esto, teme al reclamo social o a la respuesta de algún regidor que lo dejara mal parado?
Por ahí se maneja que está esperando concluir algunas obras para, en diciembre, llevar a cabo un “Alejandrofest” y, entonces sí informar. De ser cierto, esta decisión es una verdadera payasada porque eso se asemeja más a un culto a la personalidad, al narcisismo de un alcalde, que a un verdadero ejercicio de transparencia y rendición de cuentas.
Hay mucho de oscuro en la decisión de Alejandro Correa Gómez de no informar directamente a la ciudadanía de su trabajo al frente de ayuntamiento. Por algo será, ¿qué oculta o a qué le teme?