Por Pánfilo Naranjo
En términos generales ha sido bien aceptado el gabinete que ha dado a conocer Claudia Sheinbaum, sin embargo, ha sido el nombramiento de Lázaro Cárdenas Batel como jefe de la Oficina de la Presidencia de la República (OPR) el que más repercusión ha tenido en el país, particularmente en Michoacán.
Durante la presentación de Lázaro Cárdenas Batel como jefe de la OPR, Claudia Sheinbaum Pardo estableció que las funciones del ex gobernador de Michoacán serán “ayudarme en el seguimiento de los temas estratégicos del gobierno” y fortalecer las relaciones con los distintos sectores sociales.
Esa fue una síntesis, pero las funciones de Cárdenas Batel incluyen fortalecer las instituciones que conforman la Administración Pública Federal; proporcionar los recursos necesarios para garantizar la seguridad y la logística en los eventos y actividades presidenciales; supervisar el progreso y la ejecución de programas, proyectos especiales y otras responsabilidades de las dependencias y entidades del gobierno federal.
Asimismo, promover la participación activa y responsable de los ciudadanos en asuntos de interés público; promover relaciones interinstitucionales entre la OPR y otras dependencias del gobierno federal, así como entidades estatales, municipales y organizaciones del sector público, privado y social. Asegurar la coherencia en la implementación de políticas y estrategias gubernamentales.
Esa figura pública nació en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari y recayó, inicialmente, en José Córdoba Montoya. En administraciones federales subsecuentes la importancia del jefe de la OPR disminuyó y en algunas de ellas como las de Zedillo y Vicente Fox no hubo, aunque, no está por demás señalar, en el caso de este último, Martha Sahagún ejerció, sin nombramiento, y tuvo tanto poder, o quizá más, que el propio José Córdoba Montoya.
Así, pues, Lázaro Cárdenas Batel tendrá mucho, muchísimo poder, pero, conociéndolo, seguramente lo ejercerá con la prudencia, honestidad y sencillez que le caracteriza y mantendrá una política de comunicación con todos los integrantes del gabinete, con los gobernadores y gobernadoras, alcaldes y alcaldesas, sectores económicos y sociales del país de acuerdo con la política de la próxima presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
Puede afirmarse, sin dudar un instante, que jamás caerá ni en los excesos de José Córdoba Montoya -o Joseph Marie el nombre que recibió en su nativa Francia- ni en los de Martha Sahagún.
Michoacán espera de su ex gobernador, el apoyo suficiente para que el actual mandatario estatal pueda hacer frente a la inseguridad, el arribo de inversiones y establecimiento de empresas que ataquen la grave deficiencia en empleos formales.