La ambición por el poder ha llevado a Alfonso Martínez Alcázar a caer en una adicción cada vez más notoria por el poder mismo que lo mantiene lejos de la realidad, de la cotidianidad de la ciudadanía moreliana sumergida en la inseguridad.
En su carrera política Martínez Alcázar ha ostentado cargos de diputado federal y local, así como alcalde de Morelia, en dos ocasiones…., y su ambición por el y adicción al poder le hacen creer que el siguiente escalón es la gubernatura de Michoacán.
La muestra más clara de su ambición y adicción por el poder la enseñó cuando, en el proceso electoral del 2015, se postuló como independiente, hablando pestes de su partido, Acción Nacional (PAN) y lanzando su célebre y falsa frase “sin partidos es mejor”.
Y su ambición y adicción al poder lo llevaron a qué en la elección del 2021 hiciera trizas su ‘sin partidos es mejor” y, amorosamente , se cobijó en los brazos del elitista y derechista PAN y el convenenciero y, supuestamente, izquierdista PRD para sumar esas fuerzas, opuestas diametralmente, a su objetivo de ganar la alcaldía moreliana.
Las personalidades narcisista y paranoide conviven en la ambición por el poder de los políticos y, cómo no, están presentes en Alfonso Martínez Alcázar que lo hacen sentirse omnipresente, un predestinado, un fuera de serie, el único que puede hacer grandes cosas; en síntesis cree que es el centro del universo, que todo gira en torno suyo y a nadie tiene que rendir cuentas.
La adicción al poder tiene la característica de todo adicto, creen que no tienen el problema y solamente cuando alguien se lo restriega en la cara acepta la realidad de su adicción.
No hay en Alfonso Martínez Alcázar la altruista vocación por servir y sí, en su personalidad, la ambición y adicción por el poder.
Y en esa conducta emocional cree que está hecho para grandes cosas y supone que el siguiente escalón es la gubernatura de Michoacán, y para eso, en su mundo de egolatría, soberbia, arrogancia y prepotencia, está trabajando.
Antes de seguir esa ruta sus allegados le deberían recomendar que acuda a un diván, que necesita ayuda profesional para que, como dice la sabiduría popular, “lo bajen de su nube” y lo atiendan con urgencia porque presenta mucha de la sintomatología del Síndrome de Hubris.