* Después de cinco años de llevar sonrisas y alegría a pacientes con cáncer
* Rosario Manitas lucha día con día contra el cáncer, padecimiento que se ha agudizado en el último año
* Los voluntarios y patrocinadores, pieza clave para cumplir los sueños
Morelia, Mich., a 09 de enero de 2019.- Tras cinco años, la Fundación Manitas, la Pulsera de la Leucemia se despide de Michoacán y mueve sus oficinas a Coahuila, estado donde la presidenta y su familia, Rosario Mendoza Fernández, residirá a partir de la semana entrante.
Con alegría y recordando la mejor etapa de la fundación, Rosario Manitas agradeció a los patrocinadores y voluntarios que han estado con ella, apoyando en todo momento, inclusive cuando recayó el año pasado y que por poco fallece.
Más que patrocinadores y voluntarios se convirtieron en amigos y familia, y quienes este jueves la acompañaron a la conferencia de prensa para despedirse de los medios de comunicación, quienes en sus palabras, fueron de mayor importancia por la promoción y apoyo que le dieron con las coberturas de cada uno de los eventos que realizó, principalmente de los sueños de al menos siete pequeños que se convirtieron en modelos profesionales, en bomberos, volaron en avión e inclusive, conocer a Gloria Trevi.
Rosario Mendoza documentó que en estos cinco años se apoyó tanto a pacientes de Michoacán, así como de otra parte de la República Mexicana, con alrededor de 10 millones de pesos para medicamentos, biopsias, aspirados y traslados a un promedio de 500 pacientes entre tres y 33 años de edad.
Pero el proyecto más ambicioso de la Fundación Manitas, la Pulsera de la Leucemia, fue la Ludoteca que se abrió en el área de Oncología del Hospital Infantil “Eva Sámano de López Mateos”, misma que confió siga cumpliendo el objetivo para la que fue creada, es decir, de dotar de un espacio de sano esparcimiento y diversión para los pequeños que están en batalla contra el cáncer y quienes acuden a quimioterapias y consultas. “Los juegos hacen más llevadera su enfermedad”.
También agradeció a sus hijos Natali (16 años de edad) y Neftalí (19 años de edad) por el acompañamiento en “sus locuras”, pero sobre todo ser su sostén en los momentos más difíciles de la enfermedad y que hoy, se mudarán a Zaragoza, Coahuila, lugar donde su esposo Antonio la espera para seguir con su tratamiento.