Pinzándaro, Buenavista, 24 de septiembre del 2022
Fotografía de Claudio Naranjo
La plancha de cemento del jardín de Pinzándaro quema a los pocos lugareños que se atreven a cruzarla. Mientras que los trabajadores del Ayuntamiento trabajan en conservarlo en buen estado y sobre todo en cuidar celosamente sus secretos.
Al adentrarse unos cuantos metros va descubriendo un mundo de colores y aromas; reino perfecto para una especie de Ave de paraíso, (Strelitzia reginae).
El reloj marca la hora cuando las trompetas y las copas de oro anuncian el cenit del sol, los rayos del sol traspasan la fragilidad de las Bougainvillea buttianas, de las Dahlia coccinea y del Zacalasuchitl,
(Plumeria rubra).Sus tonos se combinan en el césped formando un caleidoscopio.
A la distancia, la Corona de Cristo (Euphorbia mili) el Neem o Nim (Azadirachta indica), observa la escena, el Laurel de la India imita el comportamiento. Pareciera como si el jardín en su conjunto se alegrara ante la visita inesperada:
Entonces no hay cómo hacerse a un lado sin ver una belleza; lo irónico es que siempre estuvo ahí. Hay Azalea por allá, y en el rincón está el Palo de Oreja y a un lado .El Nanche o Nance. Al otro extremo están el Guayamos, el Granado y el Papayo. Uno termina perdido por instantes.